El conflicto
Palestino-Israelí ha tomado dimensiones tan complejas y profundas que resulta
casi imposible pensar una solución como alternativa al problema que atraviesa
la región hace más de tres décadas y que involucra y enfrenta sistemáticamente
a dos pueblos con idiosincrasias, creencias y aspiraciones tan disimiles.
A pesar de las
presiones internacionales que atraviesa el Estado de Israel para efectivizar un
acuerdo de paz, judíos y palestinos
parecen destinados a no lograr un entendimiento y seguir en pie de lucha, sin
paz, atravesando guerras cruentas, catástrofes humanas y actos terroristas que
extreman a toda la población a vivir en una tensión cotidiana constante.
En este contexto Israel
vivencia hoy una situación interna peculiar, por un lado están quienes tienen
una posición radicalizada, creen en el Estado de Israel, apoyan la operación
militar, la ocupación de los territorios palestinos y niegan la magnitud del
conflicto. Y están también, quienes plantean su disconformidad frente a los
atropellos que vive cotidianamente el pueblo palestino, incluyendo la invasión
de su territorio.
Partiendo de este
análisis es que me pareció atractivo conocer diferentes voces, poder
contraponerlas y recorrer el conflicto de manera particular, visto por los ojos
de quienes lo viven o vivieron de algún modo. A través de algunas preguntas
intentare encontrar una perspectiva del conflicto, con los testimonios
de Sergio Rocha, un uruguayo de 61 años, judío, que vivió en Israel desde 1976
hasta 1982 y simpatiza con la izquierda israelí, a Yehuda Katz, un argentino,
judío, de 22 años, miembro actual de la logística del Ejercito Israelí, y a
Amit Giat un israelí de 30 años, que al terminar el servicio militar decidió
dejar Israel para vivir en la India.
“La manija de la
resolución del problema no lo tienen ni los palestinos, ni los de afuera, lo
tiene solamente el Estado de Israel, porque es el más poderoso y el más
grande", dice Sergio Rocha cuando responde la pregunta sobre cuál es la
posibilidad de que el conflicto se resuelva, y agrega "la realidad es que
por ahora Israel no tiene ninguna intención de paz". Rocha habla desde su conocimiento
y experiencia, vivió en Israel los años suficientes como para entender que es un
país tremendamente dinámico en donde se vive un fenómeno sociológico “muy particular”,
en donde nadie puede vivir al margen del conflicto, porque la vida de las
personas está atravesada completamente por la sobredimensión que tienen de la
seguridad nacional, “toda tu vida en Israel es seguridad nacional, no existe ni
un hombre ni una mujer que no haya pasado por el ejército, tenga manejo de
armas o tenga incluso algún rango en el ejército”, explica Rocha.
Ese es el caso de Yehuda
Katz que con apenas 12 años y en un contexto de crisis económica su familia
decidió dejar argentina para viajar a Israel
y hoy, con 22 años, es un ferviente defensor del Estado de Israel y del
movimiento sionista, de quien cree que es “gente a la que le interesa su país y
por eso pelea por su pueblo”, Katz considera que en Israel el pueblo lucha por
lo que le corresponde, “como todas las personas y pueblos normales en el
mundo”, ve con normalidad y defiende con fiereza la obligatoriedad a realizar
el servicio militar, afirmando que si un pueblo muy chiquito como Israel está
en guerra es necesario que obligue a su gente a salir a pelear para poder
defenderlo.
El discurso de Katz se
contrapone con el de Amit Giat, un joven de 30 años que después de finalizar el
servicio militar obligatorio y con apenas 22 años decidió alejarse de Israel
para viajar por Europa buscando “paz, amor y libertad”. Después de su
experiencia en el ejército Amit necesitó encontrarse consigo mismo, recuperar
su vida y fundamentalmente recuperar su libertad, la que dice, perdió durante
los tres años que duró su servicio al estado de Israel, “me fui de mi país por
el ejército, el odio, la agresividad, la burocracia, energías muy fuertes y
negativas, por el gobierno y porque no hay libertad”. Después de muchos años de
búsqueda por el mundo Amit decidió irse a vivir a la India y no regresar más a
Israel ni a la intranquilidad de vivir inserto en una sociedad militarizada, “no
volvería a mi país excepto que allí encuentre paz y amor, sin guerras, ni odio,
ni ejército. Israel es una tierra hermosa, pero el problema son las personas, y
el gobierno en especial”.
Al igual que Rocha,
Katz responde acerca de la resolución del conflicto que vive el estado de
Israel, pero su opinión es un tanto más simplista ya que Katz cree que el
conflicto se da porque hay dos pueblos que quieren vivir en un mismo país “y
por eso las cosas se vuelven más complicadas”. Por su parte Giat, dirá que el
conflicto no va a resolverse nunca porque ninguna de las partes va a salir de
su postura, ni va a ceder, además afirma que el problema que atraviesa a Israel
“es porque todo es un juego de poderes”.
Cuando la pregunta es
acerca de los medios de comunicación los tres entrevistados coinciden en
afirmar su influencia. Por su parte Katz cree que el Estado de Israel es
víctima de la manipulación de la prensa cuando cuenta al mundo sobre su país,
“la prensa miente con la información que trasmite, hay atentados a veces, pero
no se vive acá con el miedo que las noticias le muestran al mundo por la
televisión”, en contraposición a su discurso Giat dirá que Israel es un país
que vive en guerra, en donde abunda el miedo (incluso viviendo en Tel-Aviv, lejos
de las zonas de conflicto), se respira temor y se siente el clima bélico, todo
fomentado principalmente por las noticias.
Coincidiendo con Giat, Rocha
dirá que tanto el aparato de prensa, como las instituciones judías no entienden
la raíz del conflicto, o lo soslayan o son cómplices, “vaya uno a saber”. Rocha
afirma que desde los medios de comunicación se tiende a simplificar el
conflicto con un aparato de propaganda “impresionante”, que la difusión que
tienen desde el estado le permite a Israel aprovecharse de situaciones para
usarlas a su favor, “el gobierno Israelí usa las organizaciones judías que
están fuera del estado de Israel como si fueran parte del estado y tiene toda
una estructura de prensa montada para fomentar eso”. Además, es consciente de
la estereotipación que se hace sobre el conflicto y principalmente sobre la
imagen de los palestinos.
Por último, sobre Israel
Rocha dirá que es un país “muy pragmático” al que siempre le sirvieron las
guerras, al igual que la beligerancia con los países de alrededor, “sin guerra
no existiría Israel, es un país muy pobre, con territorio pobre, con poca
energía, en donde el pueblo de Estados Unidos es imprescindible. Tiene toda su
estrategia, su industria y sus recursos perfilados para la guerra”. Por su
parte Katz dirá que Israel es un país maravilloso, con buenas personas y un gobierno
excelente. Y Giat afirmará que la energía de Israel es muy extremista, violenta
y radical, y todo generado desde el gobierno, aunque sigue soñando con vivir en
Israel en paz sabe que lamentablemente eso es inviable, “deseo para mi país
solo paz y amor; esa creo que es la fórmula para ser felices y vivir en un mundo
hermoso”.