viernes, 8 de abril de 2011

Give me the power

Si queres conocer realmente a alguien, dale poder.

Eso dice el dicho y pocas veces una frase me pareció tan acertada.

Porque con esto del poder se puede hacer realmente muchísimo, el poder hace estragos con la gente y ojo que no hablo simplemente de los casos de abuso de poder típico de políticos, jueces, jefes u oligarcas.
Hablo del poder de “pobretones” el que aplica al árbitro de deportes amateurs, al rati de transito, al administrativo de departamento público, al guardia de hospital, al cajero de supermercado chino… en fin, el que aplica a tantos que es difícil enumerar. Pero en este caso quiero contar fundamentalmente como aplica al "hombre caricatura" de mi trabajo.

El “hombre caricatura” es bajito, con rulos, tiene unas manitos pequeñas que mueve igual a Burns. Lleva siempre el mismo gesto de soberbia que acompaña con una sincronía envidiable a su postura y su actitud. Digamos simplemente que es lo mas parecido a un ser desagradable que conocí dentro del ámbito laboral. Porque además (y refuerzo el concepto) es un poderoso pobre, de esos que no tienen cargo jerarquico, ni puesto de relevancia trascendental, que viene de un medio chico a jugar “a las grandes ligas” , básicamente es un don nadie que por un ratito y durante las 9 horas que dura la jornada laboral simplemente creerá que es Dios.

Gracias a Dios (el de verdad digo) no me toca trabajar directamente con él, pero se realmente y por gente de su equipo que se hace muy difícil trabajar con el, porque como todo “Dios” pretende que la gente se maneje “a imagen y semejanza” y da consejos fabulosos tales como “en este mundo no hay que ser amable, a la gente amable se la llevan por delante”…

En fin, quería dejar en esta tarde una reflexión al pasar, porque es cierto que hay poderosos que asustan, someten, angustian, perturban. Pero éste da risa y una bien poderosa.