martes, 26 de febrero de 2013

Perfect Day

Generalmente tengo buen humor, es cierto. Hoy tengo un día de mierda. Uno bien de mierda. Tan malo que en algún punto -siniestro y neurótico, quizás- termino saboreándolo, alimentándolo para que crezca y se vuelva más intenso, más espeso, más hormonal y profundo. Un día de esos que me atrapan para que lo sostenga vivo, vigente, activo y febril. En donde cualquier gesto, respuesta, actitud, actividad o acción (propia o ajena) alimentara esa sensación de que nada me divierte, nada me entretiene, ni me gusta simplemente porque hoy todo y todos me aburre/n, me abruma/n, me enoja/n, me hastía/n. Es uno de esos días donde lo mejor es clavarme unos auriculares, ir directo a mi hogar, ponerme el pijama, una pochoclera y bien temprano abazarme a la almohada para dormir hasta mañana, que será otro día.