lunes, 12 de mayo de 2008

Niño, deja ya de joder con la pelota

La semana pasada me enteré que voy a ser tia por primera vez. Quizás por eso, o porque la cancion de la radio que sintonicé accidentalmente es muy pegadiza, de repente me encontré tarareando algo asi como: "nadie pasa de esta esquina, aqui mandan las divinas". Entre risas y pensamientos varios me puse a analizar un poco la letra, en el mismo momento pensé "cuanta crueldad exiben las canciones que escuchan los chicos hoy" El tema seguia, y describia una lucha entre las "Las populares y las divinas" de Patito Feo, que compiten mientras cantan y bailan cosas como "sea como sea aqui no entran feas". Horrible, pensé. Pero enseguida llegaron esos recuerdos algo nostalgicos que uno guarda en su memoria de las canciones que algunas veces tarareaba mamá para dormirnos, alegrarnos, o despejarnos de algun golpe en el culo. Algo sorprendida pude ver que ésto de la crueldad en los temas de la infancia no es un fenomeno actual. No hizo falta mas que recordar este tema que detalladamente describo abajo, como primer ejemplo ilustrativo:

"Hasta el viejo Hospital de los muñecos, llegó el pobre Pinocho mal herido, un cruel espantapájaros bandido, lo sorprendió durmiendo y lo atacó. Llegó con su nariz hecha pedazos y una pierna en 3 partes astilladas y una lesion interna y delicada, eI médico de guardia lo advirtió. Al viejo cirujano, Ilamaron con urgencia y con su vieja ciencia, pronto lo remendó, pero dijo a los otros muñecos internados, todo esto sera en vano le falta un corazón. El caso es que Pinocho estaba grave y en si de su desmayo no volvía y el viejo cirujano no sabía, a quien pedir prestado un corazón. Entonces llegó el Hada protectora y viendo que Pinocho se moría, le puso un corazón de fantasia y Pinocho sonriendo despertó y Pinocho sonriendo despertó. Pinocho, Pinocho, hay pobre Pinocho".

Seamos sinceros, en la letra hay claramente un exceso de tecnicismo y un dejo de crueldad en relato de Luisito Aguile sobre el pobre Pinocho. Tooooda esa explicacion innecesaria de "la nariz hecha trizas, la pierna astillada, que se muere, que no tiene corazon" Suena peor que el parte medico de algún alma agonizante!! Y sigo sorprendida al revolver mas en mi memoria y encontrar cosas como: la farolera se tropezo y se callo en la via del tren, al payaso plin plin se le pincho la nariz, al elefante trompita la mama le hace chas chas en la colita. Y ni hablar de las canciones al diablo que nuestra idola xuxa nos hizo cantar a los gritos (los que oimos el cassette para atras todavia hoy sentimos los escalosfrios).

Terrible, tenebroso, traumatizante.

Y asi quedamos los de aquella generacion de pitufos comunistas y panteras rosas de indefinida sexualidad.
Y asi quedarán nuestros niños de hoy, entre pokemones epilepticos, teletubis alucinojenos y bob´s esponja´s amanerados.

4 comentarios:

Hernán dijo...

Creo que muchas cosas que expresamos cuando somos chicos y no tan chicos, no son mas que una repetición, una interpretación parcial de lo que estamos expresando. Trasladado a la música, en particular a letras de canciones, muchas veces cantamos algo que ignoramos o incluso otra letra. A mi me pasó y supongo que será muy común. No creo que de chicos conozcamos de pe a pa que dice el himno, la marcha de San Lorenzo, el himno para izar la bandera y canciones populares.
Bajo esta premisa, prevalecen entonces, cualitativamente, las características musicales (en el sentido de "fragmento de música alegre", "fragmento de música triste" por dar un par de ejemplos) por sobre la letra.

Hernán

Anónimo dijo...

Alguien leyó "Papelucho en la Clinica"? Por dios, los pibes de ahora no saben nada acerca del real sufrimiento a nivel literario.
Me encanta con la frescura q escribís, te lo digo siempre, espero q no dejes de hacerlo.
Me siento algo apretado escribiendo en este recuadrito, beso. Mariano

Solcito dijo...

Un devastador aporte mas a la causa...

Yo soy la Pájara Pinta,
viuda del Pájaro Pintón.
Mi marido era muy alegre
y un cazador me lo mató
con una escopetita verde
el día de San Borombón.

Una bala le mató el canto
-y era tan linda su canción-,
la segunda le mató el vuelo,
y la tercera el corazón.

Ay ay la escopetita verde,
ay ay mi marido Pintón.

Si al oírme se ponen tristes
a todos les pido perdón.
Ya no puedo cantar alegre
ni sentadita en el limón
como antes cuando con el pico
cortaba la rama y la flor.

Yo soy la Pájara Pinta,
si alguien pregunta dónde estoy
le dirán que me vieron sola
y sentadita en un rincón
llorando de melancolía
por culpa de aquel cazador.

Al que mata a los pajarillos
le brotará en el corazón
una bala de hielo negro
y un remolino de dolor.

Ay ay la escopetita verde,
ay ay mi marido Pintón.

Facundo dijo...

"Samba Lelé se ha caído
Tiene la pierna quebrada
Samba Lelé se ha caído
Tiene la pierna quebrada.

Pisa, pisa, pisa mulata
Pisa en vestido de seda, mulata
Pisa, pisa, pisa mulata
Pisa el vestido de seda."

Caídas, fracturas expuestas y por mas que la mulata se vista de seda...
Mensajes terribles para la juventud! Y esto es sólo una versión al español, en su original portugues, Samba lelé sufriría aparentemente politraumatismo craneal:

"Samba Lelê está doente
Está com a cabeça quebrada
Samba Lelê precisava
De umas dezoito lambadas"

Así, tu acertado post sobre la crueldad de las letras infantiles trasciende las fronteras de lo nacional, para formar parte de una cultura general y terrestre, de una maquinaria imparable de contaminación infantil en la que, Cris Morena mediante, generaciones de seres humanos han sido marcadas a fuego y hoy día, sufren las consecuencias...
Y no me voy sin antes poner mi granito de arena...

Yo tenía diez perritos,
yo tenía diez perritos.
Uno se perdió en la nieve.
no le quedan más que nueve.

De los nueve que quedaban (bis)
uno se comió un bizcocho.
No le quedan más que ocho.

De los ocho que quedaban (bis)
uno se metió en un brete.
No le quedan más que siete.

De los siete que quedaron (bis)
uno ya no le veréis.
No le quedan más que seis.

De los seis que me quedaron (bis)
uno se mató de un brinco.
No le quedan más que cinco.

De los cinco que quedaron (bis)
uno se mató en el teatro.
No le quedan más que cuatro.

De los cuatro que quedaban (bis)
uno se volvió al revés.
No le quedan más que tres.

De los tres que me quedaban (bis)
uno se murió de tos.
No le quedan más que dos.

De los dos que me quedaban (bis)
uno se volvió un tuno.
No le queda más que uno.

Y el que me quedaba
un día se marchó al campo
y ya no me queda ninguno
de los diez perritos.

PD: En otro post habría que analizar un poco las defunciones de dichos canes, debido a la dudosa naturaleza de algunas de ellas.